viernes, 26 de febrero de 2010

Croquis.

¿Alguna vez os habéis parado a analizar las calles? ¿El porqué de esa simetría no concordante con la sociedad tan asimétrica? ¿Su distribución paralela y perpendicular? ¿Sus esquinas, chaflanes o diferentes salidas?

Las calles están infravaloradas. Esas pequeñas rutas que siempre te llevan donde quieres ir, donde los atajos hacen más llevadero el camino hacia tu objetivo, en las que la gente camina, observa, charla, ríe, duerme, come, calla, se abraza, discute, se besa, se entrena, baila, se reúne… Las calles son vida y forman parte de tu vida. Es maravilloso perderse entre ellas y que sean éstas las que te guíen hacia paraderos desconocidos e increíbles, o te enseñen nuevos caminos hacia tu felicidad. Debéis probarlo. Salir de casa un día con el único objetivo de conocer las calles, que te hablen y tú les respondas con tu paso y desemboques en un nuevo momento, una nueva fotografía para tu mente, una creación de sensaciones y sentimientos, algo magnífico e indescriptible. Quedarte sin palabras ante la magia que pueden aportarte.

Hace unas semanas descubrí esa magia con Brick Lane, un barrio cercano a la parada de metro Liverpool Street, barrio bohemio y esperpéntico donde los haya. Es como cruzar una frontera entre lo rutinario y lo estrambótico. Perderte en esas calles llenas de ropajes antiguos, tiendas de música, muebles remodelados, reciclaje, vinilos, conciertos, olores, sabores, reggae, diversidad, cultura… Aunque resulta un poco abrumador al principio tal cúmulo de cosas en varias calles, terminas por adorar ese paseo. Creando momentos.

Y es que recorrer las calles no debería ser un simple acto ir pisada tras pisada hacia tu destino, cabizbajo, con un único fin. Las calles están deseosas de hablarte, y tú no quieres escucharlas bien sea por estrés, cabreo, puntualidad o ansiedad. Sal un día a la calle y sonríele, te devolverá esa sonrisa en forma de un paseo agradable e incluso puedas llevarte alguna sorpresa.

Hoy el sol hizo acto de presencia en tierras británicas. Sentir el calor en tus mejillas mientras caminas a tientas por su ceguera hacia el metro y escuchar como en una familia francesa la hija le dice a su padre, encandilado con su café para llevar: ‘Adoro cuando sale el sol’, y la sonrisa en ambos hace que ese momento se convierta en irrepetible.

No esperes que las calles te hablen nada más pisar la acera.
Disfruta, camina, ábrete… y te hablarán.

De nuevo, gracias por leerme.
Sed felices.

1 comentario:

  1. Yo también adoro el sol!! Apuntate eso mismo para cuando vaya a verte a London! tenemos una cita! ;)
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